A muchos les parecerá absurdo o
amarillista que planteemos la presencia de gigantes en la Tierra. Pero
ahí están las evidencias de su recuerdo en todo el planeta. Nos
limitamos a exponerlas, como otras muchas verdades imposibles y
malditas. Pero ¿por qué no se han hallado huesos de tantos seres? La
respuesta estaría en cientos de noticias sobre presuntos descubrimientos
de los mismos, que detallaremos en un futuro trabajo. Las pistas sobre
su paradero conducen a museos e instituciones científicas, entre las
cuales destaca el Smithsonian Institute, al que muchos acusan de haber
recopilado y ocultado cientos de osamentas gigantes procedentes de todo
el mundo, porque atentaban contra todos nuestros modernos esquemas
históricos y evolutivos. Hay libros sobre el tema, como La historia
suprimida de América, en el que se describen los descubrimientos de la
famosa expedición dirigida en 1804 por Lewis y Clark, a través de
territorios que no habían sido aún saqueados por los europeos, que
fueron después parcialmente censurados, como ocurrió con otros
exploradores. Porque evidenciaban la existencia en esa tierra de
gigantes, de civilizaciones avanzadas y de otros visitantes anteriores a
los europeos, que cuestionaban la práctica llevada a cabo por éstos de
considerarse superiores a los indígenas y con derecho a aniquilarles,
borrando cualquier rastro previo a su presencia que cuestionara su
supremacía y creencias.
Por inverosímil que nos
parezca una conspiración de semejante envergadura, no sería sino una
prolongación de aquella donde nos hace vivir inmersos en un continuo
engaño ese Sistema anónimo pero real, dirigido por una pequeña élite
todopoderosa que remonta sus raíces a tiempos más remotos. Pero
necesitamos apremiantemente acercarnos a la verdad. Porque, según la
tradición universal, en un futuro podría ocurrir algo similar a la
degeneración sufrida por los gigantes con los ejemplares de nuestra
especie, cuando ésta sea sustituida en la cúspide de la escala evolutiva
por una nueva humanidad «más que humana». Tal vez es esa posibilidad lo
que más nos aterra cuando nos negamos a tomar en serio que los gigantes
poseyeron la Tierra, la devastaron enloquecidamente, fueron
exterminados por catástrofes naturales y nuestros ancestros acabaron con
sus supervivientes. Nos queda el gran consuelo de saber que fueron
también gigantes, que se convirtieron en los grandes héroes luchando
contra la degeneración, quienes pusieron las bases de nuestra
civilización.
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